Alimentación, medioambiente y cultura digital
De todos los desajustes que hay actualmente en el mundo, quizás el más acentuado, grave y absurdo sea el de la gran cantidad de comida que se tira a diario junto con la enorme cantidad de gente que pasa hambre. Millones de toneladas de alimentos a la basura, millones de personas con serios problemas de nutrición. En el medio, un agujero de inacción que puede empezar a cerrarse a través de algunos aportes decisivos de diferentes iniciativas vinculadas con la tecnología digital y, evidentemente, con gobiernos que apoyen y sostengan programas y desarrollos de este tipo.
Tan urgente es la necesidad de respuestas a este problema que muchas de las iniciativas que ya están en marcha desde hace tiempo se enmarcan dentro de un concepto específico: internet de los alimentos o foodtech. El primero surge del macro-concepto de internet de las cosas pero hay personas que lo consideran inexacto porque no necesariamente (o no solamente) se necesita de una conexión a internet para este tipo de desarrollos. Por eso surge el segundo término, foodtech, que abarca todos los avances tanto en conectividad como en nuevas tecnologías digitales que pueden resultar de utilidad a la hora de reducir las cifras del desperdicio de alimentos en todos los tramos de la cadena: desde la propia cosecha hasta el momento en que llegan al hogar para su consumo. El objetivo es llegar a la máxima sostenibilidad dentro de la industria agroalimentaria para cuidar el medioambiente y reducir lo que más se puede la grieta entre aquellas personas que no tienen nada para comer y las que tienen de sobras.
Hambre cero es uno de los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas para la Agenda 2030, concretamente el número 2. Para hacer un aporte de concientización desde la tecnología es que surge la plataforma online Mentes Colmena, pensada de manera interactiva a través de un juego que se puede descargar o disfrutarlo online, y que busca consolidarse como un dispositivo lúdico para el debate y la problematización de las todas las mega-tendencias globales sobre sostenibilidad. Una de ellas es la comida, categorizada debidamente dentro de este juego y dentro de la cual se incluyen algunos conceptos que integran su amplio glosario con 170 términos: comercio justo y productos KM 0, desperdicio alimentario, diversidad de cultivos, dietas alternativas o trastornos alimenticios, entre otros.
Tomás Guido, líder de #plantauno e impulsor del proyecto, intervino en la mesa redonda De abajo hacia arriba y agregó que Mentes Colmena (o Hive Minds, en su versión en inglés) “quiere ser una herramienta para pensar y construir mapas que nos permiten alinear nuestros proyectos como gestores culturales en un contexto de objetivos de desarrollo sostenible”.
La producción de plástico se ha incrementado un 620% en los últimos 30 años. El 90% de los residuos que genera el mundo de la alimentación no se utilizan. Cada día se tiran más de 720.000 kg de comida solo en Cataluña que equivalen a 260.000 toneladas anuales y que, de no desecharse, servirían para dar de comer a 500.000 personas durante un año. En este contexto y con estas cifras apabullantes es que la vinculación entre tecnología digital y sostenibilidad alimentaria es uno de los pilares fundamentales dentro de Ideas Digitales. Es por eso que muchas de las actividades organizadas abordan el tema desde diferentes ángulos. En la mesa redonda Emocionar en el mundo digital, por ejemplo, participó Ignacio de Juan-Creix, fundador de la empresa de innovación Plat Institute que trabaja en torno al concepto de gastronomía aumentada, es decir, en iniciativas de desarrollo de I+D para alimentos. Allí se refirió a la concepción disruptiva de la innovación que utilizan en todos sus proyectos: “Usamos el arte para hacernos preguntas y el diseño para buscar soluciones”. Una de las iniciativas impulsadas desde Plat Institute es Foodture Barcelona, una plataforma para el intercambio de proyectos de innovación en torno al diseño y el desarrollo de tecnologías de alimentación sostenible, en la que convergen artistas, diseñadores, startups, inventores, empresas o marcas que deseen compartir proyectos de carácter disruptivo.
Otro proyecto que va en la misma que lo anterior es la exposición Remix El Barrio, organizada en el edificio de Disseny Hub Barcelona en el año 2021 y que se enmarca dentro de esta preocupación por los residuos alimenticios. Durante dos meses, obras de arte y piezas de diseño hechas con biomateriales de restos alimentarios fueron las protagonistas de esta iniciativa con la que MATERFAD, el Centro de Materiales de Barcelona, se propuso difundir conocimientos en el ámbito de las tecnologías vinculadas con el reciclaje. La exposición anidó prácticas novedosas vinculadas con la neoartesanía que usa como materia prima los desperdicios alimentarios: huesos de olivas y aguacates, cáscaras del café, pieles de verduras y frutas o sobras de los restaurantes. Y formó parte de un programa piloto en el que varios diseñadores aprendieron técnicas sobre el diseño de biomateriales y exploraron proyectos con restos de comida mediante técnicas artesanales y fabricación digital.
Volver al campo con iniciativas digitales
El sector rural en España es epicentro de tantísimos debates contemporáneos, algunos desde lugares comunes sobre el manido concepto de “España vaciada” que poco aportan o alumbran sobre el tema. Afortunadamente, la tecnología digital unida a la proactividad de muchos emprendedores culturales dan al campo el marco propicio para pensar sus problemáticas con seriedad y hacer aportes fundamentales a un área estratégica de la economía y clave para el cuidado del medioambiente. Ideas Digitales busca ser un espacio de encuentro y de intercambio de muchas de estas experiencias.
El artista Solimán López es el creador de OLEA, un proyecto que consiste en la producción de un nuevo aceite de oliva dentro del cual se ha insertado el código de una criptomoneda sintetizada en el ADN del producto. De esta manera, se obtiene un nuevo líquido a través del cual surgen NFTs, esculturas, audiovisuales e instalaciones, es decir, un universo inédito de posibilidades creativas. El objetivo es convertir a OLEA en la primera criptomoneda para transacciones de aceite de oliva y desarrollar una segunda etapa de este proyecto y extenderlo en otros sectores de la industria alimentaria.
Al unir biotecnología con criptomonedas, OLEA representa una mirada conceptual novedosa en el arte contemporáneo porque propone una conexión entre dos economías históricas: la criptografía y la agricultura. Y lo hace desde el aceite de oliva, un producto milenario y fundamental dentro de la cultura mediterránea, que representa un símbolo fluido a través del cual se genera un espacio de reflexión social.
Y si OLEA significa una vuelta al campo a través de uno de sus cultivos emblemáticos, El Cubo Verde se constituye como una red y un espacio que intenta aglutinar iniciativas artísticas relacionadas con el mundo rural: residencias de artistas, exposiciones y proyectos de agroecología. El denominador común no sólo es volver al campo sino hacerlo a través del cuestionamiento y la promoción de maneras alternativas de pertenecer a este hábitat a través de las prácticas artísticas.
Y si pensamos en entornos rurales, la idea de jardín está íntimamente relacionada y ya no sólo desde el campo sino también desde la misma ciudad, donde el jardín actúa como una suerte de refugio. Garden Atlas nace como una plataforma que busca vincular paisajismo y naturaleza en los entornos urbanos. Permite editar contenidos sobre jardines urbanos sin necesidad de ser un especialista paisajista o botánico, visualizarlos de manera intuitiva incentivando la exploración de la vegetación urbana y dar a conocer los jardines y sus actividades a la comunidad. De esta manera, aparecen proyectos de jardines domésticos de carácter privado y grandes jardines históricos de gran valor patrimonial y natural, todos desde una reflexión sobre los efectos que provocan en una ciudad y en los propios cuerpos de los seres humanos.
La crisis alimentaria dentro del contexto del cambio climático es un tema transversal a todas las disciplinas. Y, como se ha visto, la cultura digital no está al margen sino que, por el contrario, alimenta a una gran cantidad de proyectos que no sólo nacen desde la abstracción creativa sino que también vienen acompañados de aplicaciones y soluciones netamente prácticas para conseguir un entorno más sostenible y justo para los seres humanos.
Por: Laureano Debat