Tecnofeminismo: la tecnología desde una perspectiva género
El tecnofeminismo es un término creado por la socióloga australiana Judy Wajcman y define la vinculación entre el feminismo y los estudios sociales sobre tecnología. Ser tecnofeminista o trabajar en torno al tecnofeminismo implica pensar y desarrollar iniciativas y productos tecnológicos en una doble vertiente. Por un lado, destinados a reivindicar el rol de la mujer en la producción y utilización de la tecnología y, por el otro, a pensar en la historia y el presente de la relación de la mujer con la tecnología desde múltiples aristas: el patriarcado, los cuidados mutuos, el arte o la comunicación. Lo que plantea Wajcman en el libro donde aparece por primera vez el término, titulado justamente «El Tecnofeminismo» y publicado en 2004, es que los avances tecnocientíficos están transformando radicalmente la relación mujer-máquina y que las nuevas tecnologías también tienen género, tanto en su diseño como en su utilización, por lo que ocupar espacios en las TIC para las mujeres implica vincularse con espacios de poder que históricamente les fueron negados.
En un artículo publicado en la edición en papel de Pikara Magazine de septiembre de 2021 titulado «Tecnofeminismo. Más allá del mito hacker», la periodista y licenciada en filosofía Teresa Villaverde pone énfasis en analizar el concepto saliéndose del lugar común del sabotaje a las instituciones, de esa idea convencional del hackeo desde cerebritos acomplejados y antisociales que por mera diversión buscan joder al sistema. Lo que dice la autora es que, si existe el hackeo en el ámbito femenino, en la mayoría de los casos ha surgido como respuestas a acosos, violencias e injusticias machistas de diverso tipo. De manera tal que cuando hablamos de tecnofeminismo la idea de hacker adquiere otro matiz que pocas veces se tiene en consideración y se expande a “grupos de programadoras, consultoras y tecnólogas que trabajan con perspectiva feminista, desde lo colectivo y al margen del paradigma del genio programador, para configurar tecnologías más inclusivas”, según escribe Villaverde en su artículo.
Ideas Digitales es una plataforma que sirve como repositorio, mapa, canal de formación e inspiración para una comunidad cada vez más grande de agentes que aplican su creatividad para adaptarse a los nuevos tiempos digitales. Y desde aquí se acuña el concepto de hackers culturales, como una red de creadoras y creadores digitales en diferentes ámbitos que conforman un ecosistema de innovación cultural y que, en el contexto del tecnofeminismo, tienen mucho que decir y que aportar.
En la mesa redonda «La revolución digital: este mundo ya es otro», una iniciativa dentro de la sección «Aprende de los mejores» de Ideas Digitales, las invitadas debatieron sobre si nuestros cuerpos y mentes ya se han adaptado a este nuevo metabolismo tecnológico y si la tecnología impulsa o no el progreso en el mundo. Participaron la directora del proyecto Peccata Minuta, Cristina Abelló, la comisaria de arte Semíramis González, y la escritora y periodista Cristina Fallarás, quien comentaba: “Por primera vez en la historia de la humanidad podemos comunicarnos globalmente usando las redes sociales sin inversión de capital. Esto es una revolución radical porque genera una solidaridad universal, de manera que si yo digo algo aquí conecta con lo que dice una mujer en Japón y lo que dice una mujer en Canadá. Y eso no había sucedido jamás en la historia de la humanidad. Y eso genera la posibilidad de que se comuniquen aquellas y aquellos que están en contra del poder establecido”.
Cristina Fallarás formó parte del proyecto #Cuéntalo, un hashtag que se lanzó en 2018 en Twitter y a través del cual, desde el Barcelona Supercomputing Center con el especialista en visualización científica de datos Fernando Cucchietti a la cabeza, se analizaron cerca de 3 millones de tuits que dieron como resultado más de 160 mil historias de agresiones sexuales. El resultado es un documento histórico que se suma a la memoria colectiva de la violencia machista narrada por las propias mujeres víctimas y que resulta clave para entender la enorme dimensión del conflicto.
De esta manera, el tecnofeminismo constituye una red de complicidades que busca transformar el mundo a partir de un cambio radical de la cultura patriarcal. Y un buen inicio siempre es la educación, como el caso del proyecto All women tech, la primera academia de perfil tecnológico creada por mujeres y para mujeres destinada a la formación online en diferentes ámbitos digitales: ciencia de datos, analítica de datos y diseño de contenidos. A través de su canal de Crowdcast se puede acceder a conferencias, clases y debates sobre tecnología y brecha de género.
No es un dato menor y ni mucho menos significa una postura excluyente que All women tech sea una academia solo para mujeres y que se encuentre dentro del ecosistema de Ideas Digitales. Es que también el ámbito tecnológico y digital ha estado siempre copado por hombres y es hora de hacer justicia, equiparando los cupos y ofreciendo igualdad de oportunidades. Desde esta lógica nace también Digital fems, una instancia creada para el diseño de proyectos digitales en los que se promueva y aumente la participación femenina en entornos tecnológicos. Y siempre bajo la concepción de crear equipos diversos y plurales dentro de empresas, instituciones públicas y todo tipo de organizaciones a partir de la creación de planes de innovación en diversidad y hackathones.
Y mientras la tecnología avanza de manera veloz, las diferentes formas de la violencia machista se mantienen intactas y se expresan en múltiples aspectos. Es por eso que una plataforma como Datos contra el ruido, incluida en la sección «Estrategias» de Ideas Digitales, se vuelve imprescindible dentro del tecnofeminismo. A través de herramientas y técnicas de Big Data, mapping y otros métodos para la gestión de grandes volúmenes de datos, esta página web publica y visibiliza toda la información disponible desde el sistema judicial y la policía sobre las violencias machistas en España: violencia de género (la que se ejerce en el seno de una relación de pareja o ex-pareja), violencia doméstica (la que se ejerce en el ámbito familiar) y la violencia contra la libertad sexual. Además, promueven la colaboración no sólo a través de ofrecer la descarga de todos los contenidos, sino dando la oportunidad de alimentar la base de datos a través de diferentes mecanismos y de difundir los datos en diferentes redes sociales.
Y, por supuesto, el ámbito de la cultura sigue recurriendo a rescates necesarios, a deudas pendientes que la historia tiene con respecto al rol de las mujeres. Hace muy poco, en el auditorio del centro de arte y tecnología Etopia de Zaragoza se proyectó «Sisters with transistors», un documental dedicado a las mujeres pioneras de la música electrónica y en el que se narra su historia no contada, su rol como innovadoras a través de las máquinas y sus tecnologías liberadoras para transformar por completo la forma en que se produce y se escucha música hoy (la película también puede verse en la plataforma Filmin). La proyección se dio en el marco del proyecto Efluxión, un podcast de la historiadora de arte María del Castillo sobre cultura contemporánea y donde se abordan temas vinculados con la moda en el futuro, los paisajes digitales y el trabajo en internet.
Etopia también tiene un proyecto titulado Academia Fachada Media, a través del cual convocan a artistas de todo el mundo a intervenir la fachada del edificio. Una de las últimas intervenciones estuvo a cargo de la artista visual eslovaca Silvia Binda Heiserova, quien se sirvió de fotos subidas a Instagram bajo el hashtag #woman para elaborar una crítica de la representación visual de la mujer, manipulando esas imágenes hasta conseguir un paisaje abstracto, proponiendo una exploración geográfica y geométrica tridimensional por la imagen digital proyectada en la fachada de un edificio.
Otro nombre clave en España a la hora de hablar de tecnofeminismo es el de Mariona A. Cíller, presidenta de Habilis per Abacus Cooperativa y cofundadora y directora creativa de SokoTech, especialista en tecnología y educación. Con SokoTech pugna desde 2015 por desarrollar un laboratorio de innovación social digital en el que se producen proyectos que vinculan artes, la ciencia y la tecnología. Un trabajo que ellas mismas vinculan dentro de una “naturaleza de polinización cruzada”, una suerte de síntesis de conocimientos en diversos campos, académicos y no académicos. Un equipo en el que la mayoría de sus integrantes son mujeres.
La Bekka es un espacio común de aprendizaje sobre cultura libre, tecnología y feminismos. Un ámbito colaborativo especialmente compuesto por mujeres heterosexuales, lesbianas y personas trans, contra la concepción tradicional de la mayoría de este tipo de laboratorios tecnológicos en los que predominan los hombres cis. Así plantean sus objetivos: “Empoderarnos y tomar las máquinas, y también de forma teórica/reflexiva, generando un discurso crítico y feminista sobre las tecnologías”. Trabajan con temas vinculados a software libre, redes sociales, privacidad y vigilancia global, tecnopolítica y ciberfeminismos, reciclaje y obsolescencia programada, brecha de género en la tecnologías, alfabetización digital crítica y feminista, protección digital y autodefensa digital feminista.
En varios de estos ámbitos, sobre todo en lo referente a la seguridad y vigilancia tecnológica, Gemma Galdon es una de las grandes especialistas que hay en España. Ha desarrollado su trabajo como analista del impacto social, legal y ético de la tecnología, las ciudades inteligentes, la privacidad, las políticas de seguridad, la resiliencia y la actuación policial. Es socia fundadora de Eticas Research & Consulting e investigadora en el Departamento de Sociología de la Universidad de Barcelona. En sus últimas publicaciones académicas aborda la proliferación de la vigilancia en entornos urbanos, las políticas locales de seguridad, la policía de proximidad, la seguridad en grandes eventos, la relación entre la privacidad y la tecnología y las ciudades inteligentes. Todo esto, desde una marcada perspectiva de género que comparte con Susana Sanz, asesora de seguridad de la información, hacktivista y consultora española residente en Ámsterdam, docente en autodefensa digital dentro de la plataforma Balkontactics, donde enseña todo lo necesario para proteger la seguridad de los dispositivos digitales y conexiones, estar al día de las últimas amenazas en el ámbito de la seguridad digital y a entender cómo funciona Internet, para prevenir los riesgos y tomar las medidas necesarias.
El festival de tecnología y cultura digital Sonar+D, paralelo al festival de música electrónica Sónar de Barcelona, también se preocupa de tener entre sus invitadas de cada año a activistas, artistas y referentes del tecnofeminismo. Este 2022 fue el turno de Constanza Piña, una artista visual, bailarina, investigadora y educadora nacida en Chile y centrada en la experimentación con medios electrónicos, tecnologías libres y metodologías DIWO (“do-it-with-others” o “hazlo con los demás”). Piña realiza un trabajo escénico que unifica performance sonora con danza, propone obras que rompen la cuarta pared, incitan a la participación del público y promueven una exploración del ruido en sus funciones culturales, políticas y sonoras, cuestionando el rol del tecno-hetero-patriarcado, el antropocentrismo y las máquinas en el capitalismo. Han pasado casi veinte años desde que Judy Wajcman inventó el concepto de tecnofeminismo. Hoy vivimos un momento inédito de múltiples experiencias e iniciativas relacionadas con este ámbito tan imprescindible en todas las áreas del pensamiento y de la acción cruzadas por las nuevas tecnologías. Te invitamos a seguir profundizando y conociendo algunas de ellas en Ideas Digitales.
Por: Laureano Debat