Cartografías en la era digital: viajes virtuales, mapping y traducción física de datos

En su exploración virtual Viaje al centro de Google Earth publicada en Altaïr Magazine, el cronista Simon Sellars se deleita con las múltiples texturas digitales en 360 grados que propone esta nueva manera de vivir la cartografía y escribe: “Si el punto de vista colonial de los mapas de Mercator es un modo incómodo de instalarse sobre el planeta (esperando que los otros, los incivilizados, se queden en su lugar y no agiten el orden establecido), entonces Google Earth, con sus derivaciones —Google Maps y Google Street View— es un mundo paralelo que se infiltra en este”.

En esta «infiltración paralela» que representa la cartografía digital, la arbitrariedad y la visión de los países dominantes no ha desaparecido. Pero, por su misma naturaleza, los nuevos mapas digitales permiten que los naveguemos, leamos y habitemos tomando nuestras propias decisiones, siendo más activos, interactuando y produciendo como usuarios nuevos aportes a un tipo de cartografía que está en permanente construcción. 

Los viajes virtuales por Google Earth estimulan una serie de nuevas narrativas literarias, visuales e interactivas. Una buena parte de ellas está inspirada en los videojuegos, un lenguaje que podría ser considerado como el pionero en proponer narrativas del movimiento virtual.  Muchos artistas y creadores piensan y ejecutan sus viajes de esta manera, sin un desplazamiento físico concreto, sirviéndose de la cartografía digital. 

La ilustradora y diseñadora gráfica madrileña Miriam Persand hace caminatas virtuales y las convierte en dibujos. A través de viajes virtuales por Islandia, Ulán Bator o Estados Unidos, descarga fotos subidas con la etiqueta #turismostreetview y transforma a las personas retratadas en cocodrilos. Incluso ha recreado las calles del videojuego GTA San Andreas. 

El artista visual canario Jonay PMatos fue un poco más allá con el StreetView de Google y realizó un experimento que consistía en crear imágenes en 360 grados a partir de fotografías a las que hacía girar sobre su mismo eje. Y las subía a Google Maps como un usuario más que hacía sus aportaciones cartográficas para determinadas localizaciones, sólo que en este caso eran imágenes distorsionadas, exageradas y erróneas, espacios tan incoherentes como desconcertantes. Aun así, el algoritmo estuvo durante mucho tiempo sin notarlo y el artista seguía recibiendo e-mails de Google animándole a seguir colaborando y subiendo fotos tras los más de 12 millones de visitas que tenían sus imágenes que directamente pervertían el espacio de la cartografía digital de Google. 

El mapeo digital contra la dispersión

Además de permitirnos infinitos desplazamientos virtuales y juegos creativos con la geografía, la cartografía digital trae consigo el concepto de mapeo digital, es decir, la aplicación de diferentes  herramientas digitales destinadas a generar visualizaciones de datos y de información que, de otra manera, se encontraría dispersa, desordenada y, muchas veces, inaccesible. A partir de una determinada clasificación o de una específica idea de lista, al agrupar elementos sueltos y dispersos se pueden crear nuevos mapas. Y dentro del ecosistema de Ideas Digitales existen muchos proyectos de este tipo. 

Migración y cultura, por ejemplo, es uno iniciado en Madrid pero que pretende expandirse a otras partes del territorio español. Consiste en un mapeo de los proyectos artístico-culturales llevados a cabo por personas, colectivos y agentes migrantes. Otro caso es Civics, una plataforma online en la que se mapean iniciativas ciudadanas de diversa índole (huertos urbanos, rutas en bici, proyectos de solidaridad vecinal), con la particularidad de tener su código abierto para el automapeo de proyectos, es decir, para que cualquiera pueda sumarse y añadir su trabajo directamente, siempre y cuando cumpla con los requisitos temáticos.

Durante la pandemia de COVID-19 surgió el festival online Frena la curva, pensado para unificar muchas iniciativas ciudadanas en torno a un mismo espacio digital y con la idea de dar respuesta a un reto común: canalizar la fuerza social y generar apoyo ciudadano a diferentes organizaciones públicas y privadas que se veían desbordadas por causa de la pandemia, promoviendo, por ejemplo, la creación de mapas digitales que facilitaran la organización de redes de solidaridad con las personas más vulnerables. Esta iniciativa surgida desde Laboratorio Aragón Gobierno Abierto (LAAAB) obtuvo el premio al mejor proyecto de la categoría de “Estrategia frente a la covid”, en los Premios a la Innovación Política (Innovation in Politics Awards).

La ciudad de Barcelona está atravesada por una infinita cantidad de mapas y de rutas de todo tipo y categoría. Una de ellas es la Xarxa de Radios Comunitarias de Barcelona, un mapa digital que nuclea a todas las radios de la ciudad que se ubican en torno a un proyecto participativo, investigativo y comunitario de la comunicación radial. 

También desde el periodismo pero, en este caso, en torno a un tema puntual, surgió el proyecto de mapping digital sobre el paisaje urbano español, obra de un equipo periodístico de Eldiario.es. Se mapearon más de 12 millones de edificios construidos en todo el territorio, en un estudio a través del cual se puede explorar con mucho detalle la evolución y el desarrollo vertical y horizontal de todas las ciudades de España. Los datos utilizados fueron los que se publicaron en la web de la Dirección General del Catastro, a través de los cuales se han automatizado la descarga de los datos de las alturas de 7.610 municipios, a excepción de Euskadi y Navarra que cuentan con su propio organismo catastral.

El reto de dar forma física al píxel

Muchas de las iniciativas de mapeo digital tienen que ver con una manera concreta de trabajar con el Big Data, es decir, con la dinámica de análisis, interpretación, procesamiento y comunicación de grandes volúmenes de datos. Y con la posibilidad de que estos tengan una forma física, que puedan ser traducidos a una cierta materialidad para que lleguen y sean comprendidos por todo el mundo. 

El equipo de Domestic Streamers trabaja con la visualización de datos desde esta perspectiva, generando diferentes proyectos artísticos para ayudar a las organizaciones y a grupos diversos en este tránsito. La directora de su departamento creativo, Marta Handenawer, lo explicaba durante la mesa redonda Emocionar en el mundo digital: “Veíamos que la gente estaba generando datos de manera gratuita y los datos dominaban el mundo. Pero, a la vez, la gente sentía que los datos no les pertenecían a ellos. Entonces, en esta tensión entre ‘generamos un montón de datos pero no nos pertenecen’ a nosotros nos parecía interesante incidir desde el diseño y el arte para explicar que los datos son nuestros, que nosotros los generamos y que sin personas no existen los datos”. 

En este sentido, lo que intentan desde Domestic Streamers es “poner lo digital cerca del cuerpo”, por ejemplo, visualizando toda la red de odio que existe en Twitter. Para una exposición, estudiaron un report de las palabras más utilizadas en la red social para infligir daño a otras personas y eligieron las primeras tres: “negrata”, “maricón” y “puta” (“nigger”, “faggot” y “whore”, en inglés). Debajo de cada una, colocaron un martillo conectado a un motor y cada vez que se publicaba un tuit de odio usando esa palabra, ese martillo se activaba y rompía el muro de la galería. De esta manera, consiguieron trasladar la acción digital destructora (también anónima e invisible) de una red de odio a la visibilidad física de un museo.

Sergio Rodríguez fue otro de los participantes en esa mesa, en calidad de fundador de Nomad Garden, un proyecto de cartografía digital urbana vinculado con los jardines. “Nosotros trabajamos con el medio ambiente urbano, con la vegetación. Y, por lo tanto, nuestro deseo siempre ha sido acercarnos a toda la realidad de la vegetación urbana,  de las plantas que hay alrededor nuestro, despertar un poco la memoria que tienen, problematizar los jardines, las calles y los huertos que hace de manera popular la gente”, comentaba este arquitecto especializado en urbanismo y paisaje. Y se preguntaba: “¿Dónde opera y dónde se abre la información? ¿En qué lugar la interacción sucede? Normalmente parece que esta interacción siempre es en casa, con el móvil. Pero ¿cómo se puede establecer otro tipo de diálogo donde la información no ocurra solamente al otro lado del terminal en una habitación oscura? Donde la información realmente se abra y se despliegue de manera sinestésica. Por ejemplo, a nosotros nos interesa mucho todas esas informaciones que se abran, por ejemplo, debajo de un jacarandá. Y, además, en un tiempo dado, cuando está florecida. Y esa información está relacionada con un color y un olor concreto. Y a lo mejor se está produciendo sólo en un sitio al que tienes que ir. Y la información vuelve a estar situada”.

Los proyectos que hacen desde Nomad Garden no se cierran en un solo formato sino que tratan de capturar la particularidad de los jardines que cartografían y de sus respectivas plantas. En Las Palmas de Gran Canaria, por ejemplo, generaron una serie de sonidos y canciones relacionadas con muchas historias vinculadas a esa vegetación. Y en Sevilla, después del trabajo de mapeo en un jardín, contactaron con un perfumista francés para la creación de un perfume que recogiera esencias de algunas de esas plantas y que reflejara toda la potencia de sus característicos aromas. 

Algo de esto hay en la obsesión de Pedro Montesinos y sus paisajes sonoros. Este viajero canario recorre diferentes entornos geográficos de las Islas Canarias y registra de manera muy cuidadosa los sonidos característicos de las piedras, el viento o el oleaje, generando una bitácora geográfica sonora muy personal y, al mismo tiempo, una cartografía de sonidos de lugares muy concretos. 

Lo digital ha llegado a la ciencia cartográfica para expandir la idea de mapa, promover viajes virtuales que ponen en duda la noción clásica de desplazamiento y generar asociacionismo a través de la tecnología del mapping. Y, por otra parte, ha traído consigo un reto que muchas y muchos continúan tomando y transitando: cómo traducir el gran volumen de datos digitales a realidades físicas y, por lo tanto, más palpables.

Por: Laureano Debat